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El organismo, un ente de derecho público no estatal, fue creado por ley 25.507, promulgada el 11 de diciembre de 2001. Surgió a partir del acuerdo de los actores de la cadena cárnica argentina. Funciona con fondos privados que aportan de manera conjunta productores ganaderos y frigoríficos de todo el país. Brinda conocimientos e información sectorial para la toma de decisiones en el ámbito empresarial y contribuye a la creación de mejores condiciones en el entorno de los negocios, tanto en el mercado interno como en el escenario internacional. Se propone identificar y crear demanda para los productos cárnicos argentinos en los mercados nacionales e internacionales, y diseñar e implementar estrategias de marketing para mejorar su posicionamiento en el exterior.
Bifaretti destaca que cada argentino come unos 70 kilos anuales de milanesas, bifes y asado. «Es el país que más carne vacuna consume en el mundo. Estados Unidos viene muy atrás, con un poco más de 40 kilos. Los brasileños apenas superan los 35 kilos y los uruguayos no llegan a los 30 kilos por habitante. Es porque en el resto del mundo se come más pollo, más cerdo y más pescado», remarca.
– ¿Se busca que sea más barata la carne sustituta que la carne vacuna?
– En realidad, lo que debería proponerse sectorialmente es una diferenciación de las carnes. No sé si habría hablar de que se abaraten las carnes sustitutas, porque tal vez a los productores de cerdo o de pescado no le gustará que sus productos estén más baratos que las carnes vacunas. Pero sí habría que hablar que el mercado empezaría a manejarse con otros parámetros si funcionara como en otras partes del mundo, donde la carne vacuna tiene un diferencial de precios sensiblemente mayor respecto a las carnes sustitutas. Acá, lo que se evalúa que la carne de vaca es una de las más baratas a nivel mundial. Si se compara con el nivel de ingresos de la gente, la carne vacuna está barata. Y el ama de casa, cuando se le hace razonar cuánto rinde la carne vacuna, sabe que le rinde más un kilo de carne de vaca que de pollo, que tiene desperdicios de huesos, de piel, etcétera. Y además, determinados cortes cárnicos, especialmente el de la milanesa son los más demandados. Esos cortes terminan en una comida, que el ama de casa sabe que no tendrán ningún rechazo por parte de la familia y que le rendirá. O sea, con un kilo de milanesas comen tres personas durante dos días. Y eso con algunos productos sustitutos, como el pescado, no es tan fácil. Para empezar, el pescado tiene un poder de saciedad muchísimo menor al de la carne vacuna.
– Dada la situación de crisis permanente del sector de la carne, con mercados que se pierden y no se recuperan, ¿es posible que el consumidor se adapte a bajar la demanda de carne vacuna?
– Al argentino hay que hacerle entender que la carne vacuna, en todo el mundo, no digo que sea un producto de lujo, pero es mucho más caro que la carne de pollo o la de cerdo como producto sustituto. Ese mayor precio se explica desde el aspecto productivo, porque los ciclos biológicos de la producción vacuna que los ciclos relacionados con cerdos, por ejemplo. Y la capacidad de transformar alimentos, como forrajes o granos, en carne, es mucho más eficiente en la producción aviar o porcina que en la producción vacuna. Desde ese punto de vista, la carne vacuna tiene precios muchísimos mayores que la carne porcina o la aviar. La actual tendencia del consumo de cortes de origen vacuno se mantendrá en los próximos cinco años sí continúan las mismas variables de precios relativos respecto de las carnes alternativas. La gente se imagina que el consumo de cortes vacunos se mantendrá en niveles muy similares a los actuales. Pero ¿qué puede pasar con el movimiento de productos sustitutos, si por ejemplo el pollo bajara su precio más que la carne vacuna? Sin duda esto puede hacer variar la tendencia.
– ¿Es real la posibilidad de que se tenga que importar carne vacuna?
– Es muy difícil conseguir carnes con la calidad que requiere el argentino, teniendo en cuenta lo que cuesta el novillo en los países limítrofes, que podrían ser potenciales exportadores de carne a
– ¿El mayor consumidor de carnes del mundo, el argentino, conoce realmente sobre este tema? ¿Sabe qué compra?
– El consumidor argentino está siendo muy exigente con la carne que compra, aunque hay un desconocimiento generalizado de cortes y de origen, así como de las categorías de animal que se consumen. Pero eso no quita que, en los actos de compras, ya sea en supermercados o en carnicerías, el ama de casa busque el producto de la mayor calidad.
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